La Llorona de Tequisquiapan
La Llorona es un personaje típicamente mexicano. El grito de "Ay mis hijos" es infame en todo el territorio nacional, gracias a la historia que hay detrás de aquel terrorífico alarido. Como casi todos los estados del país, Querétaro tiene su propia leyenda de La Llorona (y probablemente cada municipio tenga su propia versión). Sin embargo, en el caso de Tequisquiapan, donde esta historia tiene lugar, no se habla de la lamentable muerte de los niños, si no el susto que le pegó una muchacha a su pretendiente. Corría el año de 1926. Un hombre, llamado Jesús, llevaba ya varias semanas pensando en organizar una romántica velada dedicada a la joven Paula. Ella era nueva en el barrio de San Juan, de tal forma que no muchas personas habían tenido la oportunidad de convivir con ella.
Una noche, armándose de valor con uno o dos tequilas, fue al pie de su ventana, donde arrojó dos o tres pequeñas piedras para causar el ruido suficiente para despertarla. Tal atrevimiento tuvo efecto, y uno muy positivo. Paula bajó de su habitación para encontrarse con un Jesús que se apantalló de su belleza. Juntos, y hablando con susurros para no despertar a nadie, caminaron por lo que ahora es la calle Jazmín. Anonadada por tales horas para salir a pasear, ella le preguntó por qué no había hecho la invitación a una hora más común, a lo que él le contestó, con afloradas palabras, que no ocasionaba el mismo efecto lo permitido, a lo prohibido. Caminaron por un largo rato antes de llegar a una presa. Bajo la luz de una pálida luna de octubre, se quedaron contemplando las tranquilas aguas de lo que parecía ser una de las noches más placenteras del año.
Paula lo invitó a nadar. Ante tal ofrecimiento, que en aquellas épocas muchos habrían calificado de indecoroso, Jesús palideció y se sonrojó. Paula pudo notar que detrás de su sorprendida mirada había un vestigio de deseo, de impaciencia. Jesús no abrió la boca. La sorpresa de ver a Paula darle la espalda y tirar su camisón, había logrado que cualquier intento de hablar se convirtiera automáticamente en un superfluo sonido carente de significado. Sin dar crédito a sus ojos, Jesús hizo lo propio. Al levantar la vista después de tirar sus pantalones al suelo, se llevó una atemorizadora sorpresa.
Paula ya no estaba ahí. En su lugar, se encontraba una horrible calavera cubierta con un negro y fantasmagórico vestido. Aquel ser infernal notó la aterrorizada mirada de Jesús, y entonces comenzó a escupir fuego de su dentadura desdentada y de las cuencas de sus vacíos ojos.
Entonces dijo unas palabras que Jesús contaría a sus hijos, a sus nietos después de estos: "Si no fuera la letra primera de tu nombre tan grande, te llevaría conmigo en cuerpo y alma", exhaló antes de lanzar un espeluznante llanto y lanzarse a las heladas aguas de la presa. Jesús no fue el primero ni el último en haber constatado la presencia de aquel ser al que en Tequisquiapan se le conoce como La Llorona. Entre los habitantes más veteranos, se dice que Paula se aparece cada 30 o 31 de mes, y que se le ve caminando por la calzada del Barrio de San Juan.